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sábado, 2 de septiembre de 2017

MI NUEVA ETAPA...


El pasado curso me acogí a la jubilación adelantada. Estuve indecisa mucho tiempo antes de decidirme a formalizar la solicitud porque realmente siempre me sentí muy agusto con mis alumnos, pero las circunstancias mandan. Por eso me costó tomar la decisión y sentí dejar de lado lo que había centrado mi vida durante tantos años para entrar en una nueva etapa que me causaba cierta nostalgia: dejar la vida del centro, el contacto tan directo con los niños y el encuentro diario con los compañeros.

Estos primeros meses me han permitido también hacer algunas reflexiones en torno a la enseñanza y a la labor del docente. En los años en que he ejercido la profesión pude observar la transformación tan grande que ha experimentado la sociedad y la repercusión que ha tenido en el aula porque, se quiera o no, la Escuela es un reflejo de la sociedad. Y es posible que los que empiezan ahora a ejercer la profesión no tengan las mismas sensaciones que quienes llevamos muchos años, porque no han tenido tiempo de vivir modificaciones. La problemática es amplia y diversa que se solucionaría en gran parte con un pacto por la educación.

No todo, ni siempre ha sido fácil, pero ahí estaban los niños que son lo realmente importante que se merecen una sonrisa diaria y que te devuelven miles de sonrisas. La ilusión, el cariño, el hecho de sentirnos un equipo dentro de clase son "cosillas" fundamentales para que nuestros niños y niñas se sientan motivados y con ganas de trabajar. Durante mis casi 37 años de trabajo me propuse siempre tener la ilusión del primer año y darles cariño a los niños porque como me dijo uno de mis primeros compañeros: "Maria, dale cariño a los niños y los tienes contigo". Y creo que los dos objetivos los he cumplido. En este aspecto me siento muy querida tanto por los niños como por los padres y compañeros.

Estoy, pues, en esa etapa a la que mucha gente llama la ‘tercera edad’ pero que en mi caso es la cuarta si considero la infancia feliz en mi Cádiar de nacimiento, correteando por calles y plazas; la de estudiante en Órgiva en el colegio Fernando Castellón y, más tarde, las carreras de maestra y de psicología en Granada; la edad profesional intensa y comprometida que discurrió por Charches, Órgiva, Laroles, Murtas, Carchuna, Torvizcón, Los Laneros y Ugijar; y la que me toca empezar ahora. Aunque de todos y cada uno de los pueblos en los que he estado me he llevado en el corazón un trocito de cada niño, es en Ugijar donde he realizado la mayor parte de mi vida laboral. Allí, en el C.P.R. Sánchez Velayos, hemos disfrutado, hemos reído, hemos trabajado, hemos llorado...
He conocido a compañeros y compañeras fantásticos, luchadores, trabajadores, con pasión e ilusión por su trabajo... que más que compañeros son amigos. De todos he aprendido algo, a todos ellos: GRACIAS, así con mayúscula y mucho ánimo porque tenemos por delante mucho qué cambiar...

 Bueno,veremos qué me depara esta nueva etapa.

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